Novedades
en la hepatitis C. Cada vez más cerca de la erradicación de la enfermedad
Miquel
Bruguera
Hospital
Clínic, Barcelona
Email:
BRUGUERA@clinic.ub.es
La hepatitis C es
la primera causa de enfermedad hepática grave, cirrosis y trasplante hepático
en nuestro país y en los de nuestro entorno geográfico. La preocupación por la
hepatitis C es relativamente reciente por diversas razones. El virus no se descubrió
hasta finales de 1989, la mayoría de infecciones agudas pasan desapercibidas y
al paciente se le diagnostica en una fase muy avanzada de la enfermedad, quizás
30 años tras el contagio o de manera fortuita en fase asintomática. No nos
dimos cuenta de la gravedad potencial de la enfermedad hasta los años sesenta
del siglo pasado, cuando había transcurrido mucho tiempo desde que la infección
se diseminó como consecuencia de maniobras médicas, como las transfusiones o el
uso de materiales de inyección no desechables, y a causa de la epidemia de
drogadicción intravenosa de los ochenta en nuestro país, lo que produjo que la
cifra de enfermos con cáncer de hígado y con cirrosis descompensada que
necesitaban trasplante de hígado fuese aumentando progresivamente. Con medidas
de higiene hemos reducido la incidencia de la enfermedad, aunque nunca habíamos
tenido tantos enfermos graves a consecuencia de la infección.
Actualmente sabemos
que la enfermedad causada por el virus de la hepatitis C progresa siempre, más
lentamente si la infección se ha adquirido en la juventud, en las mujeres y en
los abstemios, o con mayor rapidez a cirrosis en los que consumen alcohol y en
los coinfectados por el VIH.
Hasta hace un par
de años, el tratamiento que hemos administrado, basado en interferón, había
conseguido curar la infección en no más del 50% de los casos tratados y causaba
efectos adversos muy notables. En los dos últimos años, varias compañías
farmacéuticas han puesto en el mercado moléculas sintéticas con una acción antivírica
directa, muy bien toleradas y con las cuales el tratamiento es más corto. Con
estos fármacos se consigue la curación de la enfermedad crónica, lo cual
permite en la mayoría de los casos, si los pacientes se tratan antes de que
desarrollen cirrosis, una regresión de las lesiones, y la recuperación de la
integridad del hígado en casi un 100% de los no cirróticos y entre un 80 y un
90% de los que tienen cirrosis sin necesitar interferón.
El único
inconveniente grave de estos medicamentos es su precio, un hecho que ha
determinado que la autorización de su uso en la práctica clínica se haya
retrasado demasiados meses en relación con su autorización técnica, una
situación que ha cambiado hace apenas un mes por la presión mediática y de las
asociaciones de pacientes. El precio de un tratamiento es realmente elevado,
pero se contrapone con los beneficios para el enfermo y el sistema, que se ve
aligerado de una carga asistencial muy pesada y costosa cuando la enfermedad
alcanza su etapa final y por la mayor actividad económica que realizan los que
dejan de estar enfermos.

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